Lo que fuiste y no supe ver.

Saboreando un bombón de chocolate. Pensando en tu sonrisa, en tus ojos, en tu forma de mirarme y en lo diferente que es ahora. En tu forma de cogerme de la cintura, que se parece bastante pero no es la misma. La bandeja de entrada vacía. Sin llamadas perdidas. Pensando en que te tuve tanto tiempo, y sin embargo es ahora cuando te necesito. Imaginando que siempre te quise y nunca lo supe, pero no es cierto. Lo cierto es que mi chispa se encendió sólo cuando me di cuenta de que la tuya se apagaba. Lo cierto es que empecé a necesitar esos abrazos sólo cuando empezaron a faltar. Mis ojos sólo quisieron contemplar el brillo en los tuyos cuando se apagaron, o peor aún, cuando seguían encendidos aunque no me miraran a mí. Cuando ya no fui diferente a las demás. Sólo entonces pensé en mirarte en vez de en verte.
Tus ojos pequeños y tu nariz grande, tu pecho hundido (con ese agujero en medio que tanto me gusta) y tus manos gruesas, tus piernas delgadas y tu pelo sin despeinar. Tu forma de entenderme y saber cuando mentía. Tu manera de acerme reír (de ti o contigo, eso no importaba) y pedirme perdón cuando me superabas en algo. Tus tres mensajes para decir: T'ES - TI - MO!, tus dos perdidas cada tarde que pensabas en mi (fin de semana incluido). Tu "avui estas guapísima" cuando me ponía esa ropa que tanto te gustaba, tu forma de estar sentado a mi lado(aunque ni siquiera estubiera hablando con tigo).
Y a medida que te hacias imprescindible incluso para respirar, tú superaste tu adicción a mi.
Mis risas, tus sonrisas, tus abrazos, tus caricias, tus miradas, tus mensajes, tus llamadas y tus besos, guardados hasta nuevo aviso.

El pedacito de tu corazón que me perteneció durante todo este tiempo, volviste a buscarlo. Y por error o por intereses, te llevaste también un pedazo del mío.
Y aquí estamos; mis bombones, mi manta azul y yo, esperando a que me lo traigas de vuelta, tu pedazo o el mío (el tuyo preferiblemente), pero uno de los dos almenos, lo necesito conmigo.