lunes, 25 de octubre de 2010

Joder.


Joder. Se me había olvidado lo insoportable que puede llegar a ser esta situación. El debatirse entre ser una buena amiga y ser fiel a una misma. Ir a por el chico que te gusta o animar a tu mejor amiga a ir tras él. Y lo peor de todo es que eres incapaz de decir nada. Te callas. Te deprimes. Y lo único que haces es pintar una sonrisa artificial en tu cara y asentir cuando te hablan. Como una puta barbie, sólo que además fea, sin tetas y con el culo salido.
Otro punto gracioso también es que el chico ni siquiera lo vale, él simplemente está ahí, con sus ojos verdes y su cinturón diesel, conquistándolas a todas sin ni siquiera darse cuenta de todo lo que conlleva coquetear con la mejor amiga de la chica con la que tuviste algo este verano.
Y aquí estamos, escribiendo para no acabar gritando, con ganas de que el resto de la casa duerma para poder soltar la rabia en las cuerdas de la guitarra, que ya llora al verte llorar. Sabiendo la larga noche que le espera.
Desde luego, hoy te ha tocado el gordo, pierdes tu santuario, tu dignidad, tu amor propio y tu autoestima. Todo en una tarde. En menos de una hora.
Se tarda más en hacer un pastel que en acabar cómo tú
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domingo, 23 de mayo de 2010

Sonrío.

Hoy me he levantado y no he pensado en ti. Me extraña satisfactoriamente, aunque temo que tal vez tenga que pagar más tarde por ese descuido de mi mente. Me enfundo en mi vestido favorito, me peino, me pongo los pendientes y voy para clase. 10 horas después vuelvo a abrir la puerta y saludo con una sonrisa a ese amigo de mi hermano que mira mi vestido desde detrás del ordenador. Vuelvo a sonreír y me voy para mi cuarto. Paso la tarde enfrascada en el libro que me compré ayer, mientras la pantalla bajada suplica débilmente que la levante y vuelva a contactar con el mundo, pero estoy perdida entre elfos y duendes y apenas siento un frágil susurro tras el mechón de pelo que se ha escapado de detrás de mi oreja.

Adivina qué.

Y te quiero. Lo sé porque no me asusta decirlo en alto, lo sé porque no se me quiebra la voz, lo sé porque cuando te veo se ilumina el mundo, lo sé porque no quiero que me abracen si no lo haces tú.
Lo sé porque te busco por las calles, porque conozco incluso tu respiración, lo sé porque me encanta tu horrible forma de vestir, lo sé porque escucho pacientemente tus canciones favoritas, aunque incluso una jaula de grillos podría sonar mejor.

Lo se porque quemaría mi armario entero cuando dices que algo de mi ropa no te gusta, porque intento ahorrar para comprar esos zapatos que te gustan a ti, lo sé porque estudio para impresionarte, lo sé porque mi mano siempre busca tu cuerpo cuando andas cerca.

Lo sé porque aunque no eres el chico más guapo del mundo, eres el único con el que soy feliz, lo sé porque quiero ser la chica más guapa sólo para ti.

Lo sé porque envidio a muerte a esa chica que te merece más que yo.

Lo sé porque no pasa una noche sin que piense en ti.

Lo sé porque mi mundo no es más perfecto que tu sonrisa.

Lo sé porque sigo esperando a que un día te apetezca llamarme, por más que ese día nunca llegue.

Lo sé porque soy incapaz de negarte nada.

Lo sé porque cuando estás no puedo dejar de sonreír.

Lo sé, simplemente, porque todas mis pequeñas mariposas provocan terremotos cada vez que notan tu olor.

Te vas.

Veo como te marchas, sin girar la vista atrás. Cada paso que das alejándote de mi se me clava en el pecho y lo retuerce entre sus garras. Yo me giro mientras camino, esperando que en uno de estos te gires tú también y nuestras miradas se crucen, que me sonrías, te sonría y nazca algo entre los dos, como en las películas. Un pacto secreto entre tus labios y los míos. Pero no suecede, la esquina te roba de mi vista y la bajo al suelo, contando baldosas. Escucho el silencio de mis zapatos contra la acera, los zapatos que sólo me he puesto porque sé que te encantan, los zapatos en los que no te has fijado.
7 minutos más tarde la puerta se cierra tras de mi, 58 segundos después se abren las del ascensor y me encuentro con una chica con mechas rubias, desenfunda una media sonrisa y me defiendo con otra idéntica a la suya. Le doy la espalda al espejo y marco mi número.

Sin levantar la vista subo los seis pisos y entro en casa. Enciendo el ordenador y espero a ver si te conectas. No estás. Bajo la pantalla y abro el armario, tengo que decidir con qué ropa me verás mañana.

Tal vez esa camiseta que te gusta porque deja un hombro descubierto, quizá esos pantalones que elegiste tú por mi.

viernes, 5 de marzo de 2010

Macarrones con queso.

- Me gusta la pintura, el cine, las historias de amor (sólo si acaban bien), las canciones bonitas, la lluvia, los atardeceres, las palomitas recién hechas, el ruido de los columpios, la brisa en la cara, el olor a mar, el cielo azul, los peluches, las piruletas en forma de corazón, los mundos paralelos, las horas libres, dormir, las colonias que huelen bien, los vasos medio llenos, las tijeras cerradas, los cajones entreabiertos, las fotos en la pared, el color lila, los momentos inolvidables, las caras bonitas, los niños pequeños, las bombillas apagadas, las mantas suaves, el césped recién cortado, galopar, sentirme parte del mundo, reír, balancearme en la silla, el sonido de las agujas del reloj, las puertas cerradas cuando estás dentro, abiertas cuando miras desde fuera, las habitaciones grandes, los macarrones con queso y tú, sobre todo me gustas tú.

- .


- ¿No dices nada?


- A mi también me gustan los macarrones con queso.

Cristal.

Y yo sigo perdida en esos ojos marrones..
Y yo sigo envuelta en ese calor, ese calor que se vuelve gélido, esos ojos que se vuelven cristal.

Cristal que estalla y se clava en los mios, que hacen que sangre, que me hacen llorar.

Las uñas mordidas, la almohada empapada, las hojas en blanco y las tripas en hiel.

Escalofríos los únicos que acarician mi espalda, las sábanas las únicas que abrazan mi piel.

La barriga llena y la despensa vacía, las teclas gastadas y el intro sin pulsar.

Los sueños el único sitio donde no te busco, el único donde te puedo encontrar, cogerte y callarme todo lo que grito, soltarte y gritarte todo lo que callo.


El tiempo pasa y el libro sigue cerrado, quizá esta noche tampoco se abrirá, tal vez todo sea una pesadilla, un sueño defectuoso que se puede cambiar.

A la 01.07 me cierro en los ojos, te sueño, te beso, y me dejo abrazar, a las 06.52 te dejo en la cama, no le cuentes a nadie que te vine a buscar.

Diles que me río cuando preguntan, que no callo cuando tengo que hablar, diles que no te busco en cada esquina, diles que no espero volverte a encontrar.

Clac.

Clac, clac, clac. Las teclas ceden bajo mis dedos. Clac, clac, clac. Tres letras más. Clac, clac, clac. Ya son nueve. Forman la frase más bonita que se puede escuchar.
Esa que hace que se te nublen los sentidos, que se te pare el corazón.

Hace que te tiemblen las rodillas, sin que puedas encontrarle una razón.

Envidia si la oyes desde fuera, tristeza si el momento ya pasó, impaciencia si todavía la esperas, aliento cuando al fin ya la soltó.

Letras que significan lo mismo a gritos que en susurros, palabras que le dan sentido a un mundo incoherente, una frase que no es nada, pero lo dice todo.

Ocho letras, una tras de otra, una tecla más y todo se acabó.

(TE QUIERO.)