viernes, 5 de marzo de 2010

Macarrones con queso.

- Me gusta la pintura, el cine, las historias de amor (sólo si acaban bien), las canciones bonitas, la lluvia, los atardeceres, las palomitas recién hechas, el ruido de los columpios, la brisa en la cara, el olor a mar, el cielo azul, los peluches, las piruletas en forma de corazón, los mundos paralelos, las horas libres, dormir, las colonias que huelen bien, los vasos medio llenos, las tijeras cerradas, los cajones entreabiertos, las fotos en la pared, el color lila, los momentos inolvidables, las caras bonitas, los niños pequeños, las bombillas apagadas, las mantas suaves, el césped recién cortado, galopar, sentirme parte del mundo, reír, balancearme en la silla, el sonido de las agujas del reloj, las puertas cerradas cuando estás dentro, abiertas cuando miras desde fuera, las habitaciones grandes, los macarrones con queso y tú, sobre todo me gustas tú.

- .


- ¿No dices nada?


- A mi también me gustan los macarrones con queso.

Cristal.

Y yo sigo perdida en esos ojos marrones..
Y yo sigo envuelta en ese calor, ese calor que se vuelve gélido, esos ojos que se vuelven cristal.

Cristal que estalla y se clava en los mios, que hacen que sangre, que me hacen llorar.

Las uñas mordidas, la almohada empapada, las hojas en blanco y las tripas en hiel.

Escalofríos los únicos que acarician mi espalda, las sábanas las únicas que abrazan mi piel.

La barriga llena y la despensa vacía, las teclas gastadas y el intro sin pulsar.

Los sueños el único sitio donde no te busco, el único donde te puedo encontrar, cogerte y callarme todo lo que grito, soltarte y gritarte todo lo que callo.


El tiempo pasa y el libro sigue cerrado, quizá esta noche tampoco se abrirá, tal vez todo sea una pesadilla, un sueño defectuoso que se puede cambiar.

A la 01.07 me cierro en los ojos, te sueño, te beso, y me dejo abrazar, a las 06.52 te dejo en la cama, no le cuentes a nadie que te vine a buscar.

Diles que me río cuando preguntan, que no callo cuando tengo que hablar, diles que no te busco en cada esquina, diles que no espero volverte a encontrar.

Clac.

Clac, clac, clac. Las teclas ceden bajo mis dedos. Clac, clac, clac. Tres letras más. Clac, clac, clac. Ya son nueve. Forman la frase más bonita que se puede escuchar.
Esa que hace que se te nublen los sentidos, que se te pare el corazón.

Hace que te tiemblen las rodillas, sin que puedas encontrarle una razón.

Envidia si la oyes desde fuera, tristeza si el momento ya pasó, impaciencia si todavía la esperas, aliento cuando al fin ya la soltó.

Letras que significan lo mismo a gritos que en susurros, palabras que le dan sentido a un mundo incoherente, una frase que no es nada, pero lo dice todo.

Ocho letras, una tras de otra, una tecla más y todo se acabó.

(TE QUIERO.)